Encontrar la paz: confiar en el Padre para superar la ansiedad
- Chris

- hace 4 horas
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La ansiedad puede sentirse como un peso que oprime nuestra vida diaria. Puede deberse a la incertidumbre, la presión y el miedo a perder el control. Muchas personas cargan con la carga constante de expectativas, decisiones y un futuro impredecible. Jesús comprendió profundamente esta lucha. Vio que la ansiedad aumenta cuando la vida se vive en soledad, e invitó a las personas a confiar en el Padre, transformando suavemente sus corazones del miedo y la autosuficiencia hacia la fe y el descanso.

Reconocer las necesidades reales sin ceder el control a la ansiedad
Jesús nunca ignoró las necesidades reales de la gente. Habló abiertamente sobre preocupaciones como la comida y la ropa, reconociendo su importancia. En Mateo 6:25, dice: «Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o qué beberán; ni por su cuerpo, qué vestirán». Esto demuestra que la ansiedad no consiste en negar las necesidades, sino en cómo respondemos a ellas.
La ansiedad se apodera de nosotros cuando dejamos que las preocupaciones dominen nuestros pensamientos. Jesús nos anima a ver más allá de estas preocupaciones recordándonos nuestro verdadero valor. Señala a las aves del cielo, que no almacenan alimento, pero aun así son cuidadas por el Padre. Si Dios provee para las aves, ¿cuánto más nos cuidará a nosotros?
Entendiendo nuestro valor y cuidado
La comparación con las aves no es solo poética; es un poderoso recordatorio de nuestro valor. Jesús pregunta: "¿No valen ustedes mucho más que ellas?" (Mateo 6:26). Esta pregunta nos invita a recordar quiénes somos y a quién pertenecemos. Cuando olvidamos esto, la ansiedad aumenta porque nos sentimos solos y desprotegidos.
La confianza crece cuando recordamos que somos profundamente valorados y cuidados. Esta confianza no es un optimismo ciego, sino una confianza firme en el amor y la provisión del Padre. Transforma nuestra forma de afrontar los desafíos e incertidumbres diarios.
La inutilidad de la preocupación
Jesús habla con sinceridad sobre los límites de la preocupación. Pregunta: "¿Quién de ustedes, por mucho que se afane, puede añadir una sola hora al curso de su vida?" (Mateo 6:27). La ansiedad parece urgente y necesaria, pero no resuelve los problemas ni aporta paz. Al contrario, drena la energía y nubla el juicio.
Reconocer esta verdad nos ayuda a alejarnos de la preocupación. Nos anima a centrarnos en lo que podemos controlar y a confiar en Dios lo que no podemos controlar.
Saber que somos conocidos
Jesús señala los lirios del campo como otro ejemplo. Estas flores no trabajan ni hilan, pero el Padre las viste hermosamente. Él dice: «Vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas ellas» (Mateo 6:32). Esto demuestra que la liberación de la ansiedad no proviene de fingir que no necesitamos nada, sino de saber que somos plenamente conocidos y cuidados.
Este conocimiento nos invita a vivir con confianza, no negando las necesidades sino con la seguridad de la provisión de Dios.
Reordenando nuestros corazones
Jesús no nos dice que dejemos de preocuparnos por las necesidades de la vida. Más bien, nos llama a reordenar nuestras prioridades: «Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mateo 6:33). Esto significa poner la confianza y la relación con Dios por encima de todo.
Cuando nuestros corazones están alineados con el reino de Dios, las preocupaciones pierden su control. Empezamos a ver la vida desde una perspectiva diferente, centrada en la fe y la esperanza, en lugar del miedo.
Enfrentando el mañana con compasión
Finalmente, Jesús ofrece compasión por nuestras luchas diarias: «No se preocupen por el mañana... a cada día le basta su propio sufrimiento» (Mateo 6:34). No promete una vida sin problemas, sino que nos asegura un Padre presente cada día.
Esta presencia es la base de la paz. Saber que Dios está con nosotros hoy nos permite afrontar cada momento sin dejarnos abrumar por lo que pueda venir después.
Confiar en el Padre trae verdadera libertad
Jesús concluye con una promesa reconfortante: «No teman, manada pequeña, porque a su Padre le ha placido darles el reino» (Lucas 12:32). La liberación de la ansiedad comienza cuando restauramos la confianza en el Padre. Esta confianza no es una esperanza vaga, sino una seguridad segura arraigada en el amor y el cuidado de Dios.

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